SERAFÍN ROMEU FAGES, CONDE DE BARBATE
Antonio Aragón Fernández
Introducción
Hay personas que poseen la fortuna de monopolizar buena parte de la crónica de
los pueblos. En realidad, apenas nos detengamos a observar sus vidas, no son ellas las que principalmente forjan el destino de las comunidades en las que se mueven, pero por una serie de azarosas y hasta caprichosas circunstancias, acaban absorbiendo un protagonismo
que nos impulsa a situarlas en el centro del torbellino de la historia.
Serafín Romeu Fages, don Serafín, el conde de Barbate, es una de esas personas que, sin lugar a dudas, atrae hacia sí todas
las miradas del Barbate del primer tercio del siglo XX. En la memoria colectiva, esa que se ha fraguado a base de historias narradas a la luz de una fogata en aquellas noches de verano en las que los barbateños escuchaban entusiasmados relatos de sus
abuelos, emerge como una chispa de la leña crepitante a cada momento la figura de don Serafín: alto, apuesto, siempre impecablemente vestido, con su bigote a lo Romanones, culto, con carácter, personalidad y riqueza, el yerno
que hubieran querido para sí todas las madres de muchachitas casaderas, el magnate envidiado por la vieja y decadente aristocracia andaluza[1], el hombre que se
codeó con Alfonso XIII y con las altas esferas de la oligarquía y política españolas, llegando a ser parte invariablemente de ellas; el empresario que se granjeó el cariño de los modestos y sacrificados trabajadores
del litoral andaluz; el cacique que puso su fortuna a disposición de la política; el ser humano que un día desapareció de la vida del pueblo sin que nadie supiese de su paradero, dejando su nombre en una placa y en la vieja y salada
atmósfera de un chalet a la orilla del mar: la primera olvidada y perdida por los gerifaltes franquistas, el segundo abandonado a su suerte por un gobierno democrático, como si con la renuncia de unos y de otros a salvaguardar sus vestigios se
pudiese reescribir la historia; a este personaje, en suma, más que a la persona por faltarnos lo sustancial, vamos a intentar rememorarlo ahora para trazar un bosquejo de su vida e influencia en la aldea de Barbate.
En efecto,
es imposible que un hombre cuyo eco ha resonado a lo largo de tanto tiempo haya llegado a esto por una causa gratuita. Pero, ¿quién es para la historia don Serafín?.
Don Serafín, Serafín
Romeu Fages, es el heredero de un imperio industrial y a la vez de una estirpe de hombres vinculados al mar que han prosperado con el auge del procesado del atún, alcanzando dos metas que ambicionan muchos hombres: como empresario será considerado
figura indiscutible de los productos que ponía en el mercado, como político, se le atribuirán poco menos que las virtudes de un beato. Por exageradas que puedan parecer estas valoraciones, no se comprenden sin asumir que, en esencia, fue
la almadraba de Barbate la que le sirvió de trampolín para conseguirlas. Y esa almadraba, tan encarecida y mimada por la familia Romeu, vendrá a ser una suerte de maná para Barbate, pues el nacimiento de un sistema de pesca, venta
y elaboración del atún en la aldea, supuso la entrada de esta en el mundo moderno y –digámoslo así- por la puerta grande de la industrialización, todo un hito dada la riqueza que se derivó de esa industria. Además,
su éxito coloca el nombre de Barbate en el panorama nacional ya en 1883 por encima de ese nivel modesto que como localidad de mil habitantes apenas podía rebasar[2].
El hecho de que unos 25 años más tarde se diga que en la ciudad de Belgrado lo único español que puede hallarse es una representación teatral de Echegaray y el atún de Barbate[3],
y máxime teniendo en cuenta que lo primero es puramente circunstancial, patentiza en qué medida los Romeu habían sabido proyectar la industria del atún mucho más allá de las fronteras españolas.
Orígenes
Nace en Valencia, el 10 de agosto de 1877[58]. El hecho de que viniese al mundo
en la ciudad del Turia obedece a que su padre, por aquel entonces, dirigía allí unos negocios pesqueros.
Fue el único hijo del matrimonio, y muerta su madre en Valencia con 47 años, su padre se volverá
a casar, aunque de esta segunda relación no tendrá descendencia.
El niño Serafín pasa su infancia en Valencia, cursando primeros estudios en el colegio de los Padres Jesuitas de aquella ciudad, situado
en la esquina de la calle Mercedarios con la plaza Santa Margarita, donde, de acuerdo con la época y los valores de la Compañía de Jesús se imparte una instrucción muy estricta y disciplinada, con unos alumnos impecablemente
uniformados. No debía ser un colegio que resultase precisamente económico, pues entrado el siglo XX los jesuitas abren allí las Escuelas San José para las clases populares[59].
La matriculación en este colegio estaba claro que obedecía a que Romeu Porta pretendía desde un primer momento dar a su hijo la mejor educación dentro de los cánones de la época. Fue una decisión
que tomaría junto a su hermano Enrique, pues tres hijos de éste estudiarían también con los jesuitas en aquellos años.
Aún así, desconocemos si el alumno llega a cursar el Bachillerato
en el mismo colegio, pues hacia 1890 su padre se hallaba ya inmerso en el negocio de las almadrabas onubenses y gaditanas. Además, la muerte de Bella Fages, ocurrida en 1889, pudo alterar los planes de Serafín padre de permanecer en Valencia.
Lo cierto es que el hijo culmina en el mismo colegio sus estudios primarios, pues en 1891 se gradúa allí, pero a partir de este dato nos encontramos con un vacío documental.
Tampoco poseemos información
sobre el lugar donde realiza los estudios universitarios. Casi con toda probabilidad en Madrid, ciudad a la que las familias bien acomodadas de Andalucía enviaban sus hijos para proporcionarles una educación superior, aunque los actuales condes
sostienen que la carrera de Derecho también la hizo en Valencia. Sea en una universidad madrileña o no, se licencia en Derecho y en Filosofía y Letras, carreras que combinadas son muy comunes entre la élite política de la
época[60], por lo que es probable que ya desde temprano mostrara inclinación por la tribuna parlamentaria.
A poco de concluir
la carrera, entra a formar parte de los bufetes de Francisco Sastres y de Francisco Silvela, ambos ubicados en Madrid[61]. Silvela fue un político conservador
de corte intelectual, y que se declarada acérrimo enemigo del caciquismo y del sistema instaurado por Cánovas. Comprometido con la política desde 1870, ya dentro del sistema canovista llegó no obstante a ocupar el sillón
de Ministro de la Gobernación y dos veces el de presidente del Consejo de Ministros. Se retiró del escenario público en 1903.
Es evidente que en el bufete de Silvela la política era moneda común
en todas las conversaciones, y que el joven Serafín Romeu tuvo en él, sino su primera, sí su más importante escuela para internarse en el ámbito de lo público. Pero su introducción en política
no llega por influencia de Silvela, sino con el monárquico y liberal Segismundo Moret (1833-1913), varias veces ministro, presidente del Consejo de Ministros y presidente del Congreso de los Diputados. Según se recoge en la prensa, Serafín
Romeu ingresa en el partido liberal de la mano de don Segismundo, “amigo personal íntimo”, cuando el político gaditano dirigía el partido, allá por los años 1912 -1913[62].
La confluencia de un destacado personaje de la política tan relacionado con Cádiz, por ser su ciudad natal, y el hecho de tener un cuñado en el propio partido liberal serán determinantes para el arribo de
Serafín Romeu a la vida pública nacional.
Serafín Romeu, empresario y banquero
Serafín Romeu, conocido como “el rey del atún”,
heredó las principales empresas de su padre, y también la capacidad para gestionarlas. En 1913, es propietario de las fábricas de San José, en Cádiz (Puerta Tierra), de la de Barbate, Sancti Petri y de otra en Isla Cristina[63].
Ya para esa época estaba plenamente conformado su carácter: “Fue un hombre –refiere Enrique Romeu, II conde
de Barbate-, alto, muy elegante y cuidadoso de su vestir y personalidad. Hablaba muy deprisa, lo cual es signo de inteligencia y decisión (…) Solía tener una muletilla o ayuda de conversación…¡Eh, eh, eh!...! En mis
tiempos de intimidad con él, lo recuerdo como hombre con el pelo gris (ya tenía sus sesenta años), los ojos muy claros, y un bigote recortado, siempre muy arreglado en toda su persona”[64].
Sus intereses económicos y políticos se salvaguardan mutuamente, en parte gracias al manejo de los medios de prensa, como cuando en 1917 bota la almadraba de Torregorda, en Cádiz, frente al ventorrillo “El
Chato”. Un periódico proclama la repercusión que tendrá en la ciudad, dando empleo a “centenares de obreros de ambos sexos”[65].
Ya entonces procuraba proyectar esa imagen paternal sobre la clase trabajadora que le llevaría a ser conocido en la comarca de Barbate con el sobrenombre de “el papa”[66].
Dentro de su papel empresarial, destaca como defensor de los intereses corporativos del sector pesquero-conservero, a cuya organización contribuiría. Asiste a la Asamblea Pesquera Nacional de 1917, y al I Congreso Nacional
de Pesca que se celebró un año más tarde. En ambos eventos participó de manera activa y decidida, auspiciando la constitución de un ambicioso entramado corporativo en el sector pesquero[67].
Serafín Romeu, como hombre de negocios, no descuida la marcha de sus inversiones. Lo demuestra hechos como el de ofrecerse a formar parte de una delegación para inspeccionar la aseguradora “La Equitativa”
(Fundación Rosillo), sin duda una de las casas que protegían sus intereses[68].
Por estas fechas -hito en el control mediático-,
junto a Martínez Campos, compra una gran parte de acciones en La Papelera Española, empresa vinculada a los rotativos El Sol y La Voz, a las que suministra el papel, convirtiéndose el primero de estos periódicos
en uno de los mejores de toda Europa, con especial dedicación a todo tipo de temas culturales, y en el que aparecerán algunas noticias interesantes a nivel de la comarca asidonense, el distrito del almadrabero.
Serafín
Romeu supo administrar las industrias almadraberas heredadas por el padre, aumentando su rendimiento y modernizando las infraestructuras. Todo ello en el marco de una época de bonanza para las actividades pesqueras y sobre todo para el atún,
en alza en los mercados internacionales. “La primera década de siglo –escribe Segundo Ríos- y especialmente los años de la Gran Guerra y posguerra fueron años de un fuerte incremento de las exportaciones y de los precios
de la conserva de atún, lo que constituyó un gran estímulo para la mejora de instalaciones e infraestructuras. Durante la Gran Guerra, la producción anual de atún en conserva (con un valor de veinte millones de pesetas) no
bajó de los 5.000.000 de kilogramos anuales. Durante la posguerra las fábricas de salazón y conserva del litoral suratlántico elaboraron 6.172.700 kilogramos en 1920, que rindieron un total de 21.149.000 pesetas. Asimismo, en 1921,
las exportaciones alcanzaron unas cifras históricas (5.034.420 kgs., según las Estadísticas de Comercio Exterior), que volvieron a repetirse en el bienio 1927-1928”[69].
Además, Serafín Romeu supo acompañar este auge de una oportuna reestructuración empresarial. En 1922, fusiona su empresa, “Romeu y Cía.” con “Viuda de Zamorano”. “La
nueva empresa, “Viuda de Zamorano, Romeu y Cía., que controlaba la casi totalidad de las almadrabas de la costa de Huelva, se constituía con un capital social de 5.810.000 pesetas, lo que le convertía en una de las empresas más
grandes del complejo agroalimentario andaluz”. La concentración en sus manos de buena parte de las principales almadrabas culmina en 1927, cuando “reestructura y moderniza sus empresas de Barbate, creando la Compañía General
Almadrabera, S.A.”, que se constituye a su vez con un capital de 6 millones de pesetas.
En 1925, es nombrado presidente de la recién constituida Federación de Armadores de Barcos de Pesca, primera gran patronal
del sector pesquero en España. Segundo Ríos sostiene que “con este nombramiento el sector reconocía su implicación en la defensa de los intereses pesquero-conserveros en los últimos años de la Dictadura y, al
mismo tiempo, pretendía aprovechar sus conexiones e influencias en los círculos reales”[70].
Un año antes, en
1924, sin perder de vista los negocios, inicia su etapa como banquero, fundando el Banco Internacional de Industria y Comercio (B.I.I.C.), y haciéndose con una importante cartera de valores industriales[71].
Y es que el nuevo banco aprovechaba la plataforma del Banco de Cartagena, al que ha absorbido, con sucursales en Ayamonte, Cádiz, Huelva, Isla Cristina, Puerto de Santa María, San Fernando y Sevilla, abriendo sucursal en Sanlúcar
de Barrameda y en Vejer de la Frontera. Desde el suroeste andaluz se extiende a levante e incluso a Marruecos: Aguilas, Alicante, Ceuta, Cieza, Caravaca, Elche, Hellín, Lorca, Mazarrón, Murcia, Orihuela, Tánger Tetuán,
Totana, Yecla, etc., ciudades en las que también abrirá sucursal.
En 1927, el B.I.I.C. es uno de los bancos que intervienen en la suscripción de acciones de la Compañía Telefónica
Nacional de España, recién creada por el gobierno de Primo de Rivera, y participa en la financiación de la Exposición Ibero-Americana de Sevilla de 1929-1930[72]. En
su Consejo de Administración se sentaba por aquel entonces el marqués de la Viesca, el marqués de la Cortina, el conde de Gamazo, el conde los Andes y Pablo Garnica. En resumen, una buena parte de la élite y la oligarquía
gaditana[73].
Sin embargo, la crisis económica y política de los años 30 pasará factura. El Banco Internacional
se ve obligado a cerrar sus sucursales de Isla Cristina y Vejer, pueblos dinámicos ubicados en zonas de tradición empresarial, donde el crédito debió moverse con fluidez en la década de los veinte y que se verán afectados
de primera mano por las convulsiones económicas del sector pesquero.
Su actividad en la Banca, de la desconocemos los pormenores, y su reputación en Madrid, le llevan a ser nombrado consejero del Bando de España.
Este cargo lo ostentará hasta agosto de 1936, fecha en la que, ya iniciada la Guerra Civil y por haber abandonado su puesto, será destituido por el gobierno de la República[74].
El diputado Serafín Romeu
Serafín Romeu participó en política. Es difícil dilucidar si lo hizo por pura satisfacción, por ambición
de poder o porque era imprescindible para sostener su imperio empresarial.
Desde luego, hasta donde sabemos, los grandes almadraberos, de una u otra manera, tendían a participar en los asuntos públicos, debían de tener claro
que sus intereses estaban mejor defendidos si se hallaban cerca del poder. Los primeros Romeu, los Zarandieta, José Mª Requejo, Ramón de Carranza… estuvieron presentes en los gobiernos municipales de sus correspondientes pueblos y
ciudades.
Sabemos que algunos de los ascendientes del conde fueron alcaldes en Isla Cristina, venían siéndolo a lo largo del árbol genealógico desde que su tatarabuelo Cristobal Casañas se dejase
caer por Isla Cristina a bordo de su pequeño canario. Ya parientes más cercanos, su propio tío, Enrique Romeu Portas lo fue en 1887[75], y mucho
más tarde su primo Román Pérez Romeu, que cobró fama en aquel pueblo por su obras filantrópicas. Todavía, al menos, cinco parientes cercanos más ocuparon el sillón de la alcaldía en aquella localidad.
No era por tanto Serafín Romeu un caso aislado en la familia, ni en el mundo almadrabero, lo que sí resultaba novedoso en la estirpe es que un miembro llegase a las Cortes como diputado.
Como en muchos de los casos de la España
de entonces, la oportunidad se la ofreció, o se la terminó de ofrecer, un casamiento con un buen partido. Aunque Serafín Romeu poseía a principios del siglo XX, como hijo único y heredero de su padre, una gran fortuna, así
como siendo abogado le esperaba lo que se suele llamar un brillante porvenir, si quería aspirar a formar parte de los cuadros dirigentes de la nación había de tener alguien que le franqueara la puerta de la política. Alguien que
ya estuviese dentro.
El casamiento del joven Romeu con “la señorita” María Sebastiana Limón Caballero fue proverbial al menos para los intereses del almadrabero. No nos referimos a un interés
crematístico, sino de otro tipo. María desde luego no era precisamente pobre, más bien todo lo contrario. Su padre fue uno de aquellos personajes del siglo XIX, mezcla de aventurero y visionario, que supo encontrar la clave de un buen
negocio aprovechando una frontera entre naciones. Se llamaba Francisco Limón Rebollo, natural de Alosno (Huelva), “ganadero de no gran cuantía, que, enamorado de una prima ricacha del pueblo, hubo de buscar fortuna con las dificultades
que presentaba para esa hazaña un pueblo que vivía prácticamente de la minería y del contrabando. Su ocurrencia fue, precisamente, ‘organizar’ este tráfico inocente –hablamos fundamentalmente de contrabando
de café y otros productos coloniales portugueses—con tan espectacular acierto que, en muy pocos años, la ‘empresa’ pudo especializarse en la compra de concesiones mineras y en un negocio próspero que resultaría
definitivo para la suerte de la familia: el arriendo de los ‘consumos’, en la época propiedad de los Ayuntamientos (…)”. Este arriendo supondría para la familia el desembolso de 22 millones y medio de pesetas, toda una
fortuna que además habrían de abonar en dinero contante y sonante en Madrid.
Francisco se casará con Bella Caballero, con quien tendrá cinco hijos[76].
María Sebastiana, su hija mayor y futura esposa del conde de Barbate, no se crió por tanto en el seno de una familia modesta.
Serafín y María Limón contrajeron matrimonio el día 19 de enero
de 1903[77]. Lo determinante de este enlace fue que José Limón, hermano de ella, se prepara ese año para presentarse como diputado por el partido
liberal de Huelva, cargo que finalmente consigue. Es evidente que, en el marco de las relaciones clientelares de la Restauración, donde los vínculos familiares tejen los hilos principales del entramado caciquil, esta boda va a suponer un paso
adelante en la ambiciones de Serafín Romeu, cuya amistad con Segismundo Moret va a apuntalar su lanzamiento a la vida política a nivel nacional.
Pero para entender como un joven abogado y empresario llega a sentarse
en las Cortes hemos de aclarar algo en qué consistió el andamiaje político de la época. En el sistema de la Restauración borbónica, inaugurado por Cánovas a partir de 1876, dos partidos se van a turnar en el
poder pacíficamente: el conservador y el liberal, sancionando el hecho con unas elecciones cuyos resultados estaban previamente pactados. El resto de los partidos poco o nada van a hacer en unas elecciones que se amañan desde arriba a través
de gobernadores civiles y oligarcas provinciales. Es una estructura política que facilita gobiernos más o menos estables, pero que va a comenzar a hacer aguas a partir de 1898, con la llegada de las ideas regeneracionistas, el auge de los nacionalismos
y el ascenso de las ideas republicanas en las ciudades, y que en 1923 entra en una crisis definitiva que va a arrastrar a la propia monarquía. En el ínterin, anarquistas y socialistas promoverán acciones desde la clase obrera que dificultarán
en gran medida la estabilidad del sistema, mientras que la guerra de Cuba y la guerra en Marruecos van a hacer retornar a los militares a la política, determinando finalmente una dictadura, primero en 1923, y luego en 1936.
Para que la alternancia
en el poder fuera un hecho, se necesitaba una estructura estable y fuerte, establecida a partir de los mismos elementos que pretendían acaparar el poder. Así, las propias oligarquías ofrecían sus hombres preeminentes en los pueblos,
los notables, conocidos comúnmente como “caciques”, muchos de los cuales llegaron a la primera línea de la política, si bien otros lo hicieron a través de políticos profesionales que servían a sus intereses.
Desde arriba, el sistema se diseña a partir de la figura del “encasillado”, esto es, de un candidato previamente pactado entre los partidos del turno. Si corría peligro de que no saliese en las urnas, siempre
quedaba la posibilidad del “pucherazo”, o sea, de cambiar, por ejemplo, las papeletas; de comprar los votos directamente, o en última instancia de falsear las actas.
El pueblo cuando vota por determinado notable
o político espera recibir una contraprestación en forma de favor o de gestión ante el poder público. Los caciques dominan la escena política a través de un sistema corrupto, pero en contra de lo que pueda parecer,
raramente se enriquecen directamente a través de la política. Lo más frecuente era que la política les costase el dinero a muchos de ellos. Aunque no es exclusivamente la fortuna propia la que está implicada en su éxito,
el notable va también a presionar sobre los poderes públicos para obtener beneficios que redunden en su distrito[78]. Se puede decir que la oligarquía,
a cambio de mantener su estatus, contribuye en muchas ocasiones con su propia fortuna a una labor social que debía corresponder al estado. Al mismo tiempo, sea con migajas o con hogazas de pan, por decirlo de una manera gráfica, se garantiza
la paz social imprescindible para detentar el poder indefinidamente.
Claro que esto no siempre fue así. Pero, allí donde el cacique extendía su poder, normalmente en medios rurales con pueblos pequeños,
siempre era más fácil contribuir al progreso que en las ciudades, donde la riqueza privada no tenía capacidad para resolver los grandes problemas. En pueblos atrasados, algunos a niveles que apenas diferían de siglos atrás,
cualquier gesto, por ínfimo que fuera, acababa siendo sumamente agradecido.
En la provincia de Cádiz, según escribe Millán Chivite, los elegidos, los notables que triunfaban en la contienda, pertenecían
a la minoría adinerada. Esta minoría solía practicar la "endogamia política". Ensanchan y perpetúan el poder con otras personas de la misma familia, manteniéndose la cohesión familiar entre los elegidos y su
permanencia en los cargos. El poder político se halla por tanto en manos de unas cuantas familias: los Aramburu, De la Viesca, Martínez de Pinillos.
El jefe del Partido Liberal es Juan Antonio Aramburu,
mientras su hermano Luis José lo es del Partido Conservador. Juan Antonio es secretario de la Diputación en 1906 y 1907, presidente de 1910 a 1913, diputado por Jerez en 1916 y por Cádiz en 1918, y presidente del Casino Liberal Gaditano,
designando a todos los alcaldes de la provincia durante los gobiernos liberales, como su hermano lo hace con los conservadores[79].
Juan
Antonio Gómez Aramburu estaba emparentado, por matrimonio, con otro de los más importantes líderes de la política gaditana, el marqués de la Viesca[80].
El marqués se había casado en 1919 con una sobrina de la mujer de Serafín Romeu y ahijada suya, Bella Rodríguez Limón. La ceremonia, celebrada en Madrid, había sido todo un acontecimiento social[81].
Y es que la endogamia política era moneda común de la oligarquía. Otro empresario de las almadrabas, Ramón de Carranza, amigo personal de Serafín Romeu, comienza su ascenso en la política y los
negocios a través de un enlace matrimonial que lo introduce en la familia de los Aramburu.
Serafín Romeu, por tanto, comienza a tejer una red clientelar para introducirse en otra mucha mayor. En ella depende de ciertas
personalidades, y a la vez determinadas personas dependen de sus decisiones. Era el sistema, había que adaptarse o bien olvidarse de las ambiciones, prescindir del juego político.
Fue en el distrito de Medina Sidonia,
un distrito dócil, “marcadamente no competivo” [82]donde Serafín Romeu fue elegido diputado. El distrito abarcaba las poblaciones de Medina
Sidonia, Casas Viejas, Vejer de la Frontera, Barbate, Tarifa y Facinas (Conil pertenecía a la circunscripción de Cádiz).
Al menos en 1919, la lucha en el distrito se planteó en términos de predominios
económicos. Entonces se enfrentó al marqués de Negrón, “rico agricultor y ganadero”, mientras que él era considerado por la prensa como “opulento almadrabero”. “Como siempre –escribe Tussel-
la actividad económica de un carácter más dinámico (las almadrabas) acabó triunfando”[83].
Cercano
a Romanones hasta el punto de hallarse dentro del círculo de las amistades de este político[84], Serafín Romeu goza de la protección de esta
figura nacional en la España de la Restauración. Ayuda su preparación jurídica, a la que añade una carrera de Letras, rasgos estos, como ya dijimos, muy característicos de la élite política española,
pues “en el reinado de Alfonso XIII, como en la etapa inmediatamente anterior, el político es, ante todo, un orador, una persona que se expresa con elegancia, y para ejercer la profesión de abogado era preciso también tener esas
dotes oratorias”[85].
La época en la que Serafín Romeu opta a su cargo de diputado contempla cada vez notas más
diferentes de la anterior, en el sentido de que, a medida que se entra en el siglo XX, las elecciones se hacen más disputadas y difíciles de amañar desde arriba. Se multiplican los favores, corre el vino gratuitamente y se compran los
votos como nunca antes había ocurrido, siendo lo contrario excepcional[86]. Tal es así, que en ciertos comicios, Serafín Romeu está a punto
de perder unas elecciones porque, si bien pagaba el voto con más dinero que su oponente, el “muñidor” encargado de hacerlo se quedó con un considerable porcentaje de cada voto, lo cual dejaba su dádiva por debajo del
contrincante. Es la corrupción dentro de la corrupción, lejos de mejorar, el sistema se pudría a marchas forzadas.
En cualquier caso, los años y distritos en que Serafín Romeu logró
su escaño de diputado fueron los siguientes:
Circunscripción Distrito Elecciones Años
Ciudad Real Daimiel 8-3-1914 1914-1916
9-4-1916
1916-1918
Cádiz Medina Sidonia 24-2-1918
1918-1919
1-6-1919
1919-1920
19-12-1920 1920-1923
29-4-1923 1923
En total, algo más
de nueve años que abarcan su vida entre los 37 y 46 años de edad. Una carrera política tan firmemente asentada que se podrá permitir en 1922, como afirma Segundo Ríos, rechazar la jefatura del partido liberal en Cádiz[87].
Serafín Romeu, un nuevo aristócrata
La boda de la sobrina de María
Sebastiana Limón, y ahijada de Serafín Romeu, Dolores Rodríguez-Garzón con Arsenio Martínez Campos, en 1919, permitió formar el Barbate-Viesca, considerado por algunos entre los grupos financieros más importante
de España[88]. En cualquier caso, conllevó ciertas ventajas sociales a Serafín Romeu, pues a través de este enlace la familia Romeu entraba
a formar parte de la vieja aritocracia que representaba el marqués de Viesca, nieto del general que fue clave para la vuelta al trono a los Borbones. Al mismo tiempo, el hecho de que el marqués decidiera casarse con una sobrina de Serafín
Romeu nos indica que en esa época ya éste gozaba de gran reputación entre la oligarquía del país.
El diputado Romeu no reparó en gastos. La boda, celebrada en Madrid, en la iglesia
de San Fermín de los Navarros, fue todo un acontecimiento social, hallando amplio eco en la prensa de tendencia monárquica, y a ella acudieron muchos de los personajes de la élite política del momento, comenzando por el propio presidente
del consejo de ministros, el conde de Romanones. La fastuosidad y boato de la ceremonia, meticulosamente calculados, buscaban ponerse a la altura de la posición social de los asistentes:
“El artístico
templo se hallaba adornado primorosamente con magníficos tapices. En el altar mayor –donde lucía una preciosa Concepción, de Murillo, propiedad del señor Romeu-, como en los arcos góticos y en los pasamanos que bordeaban
el espacio por donde había de desfilar el cortejo, lucían bellas guirnaldas de flores blancas. En toda la iglesia, además había gran profusión de plantas.
La encantadora señorita de Rodríguez
Limón hizo su entrada en el templo del brazo de su tío y padrino, el diputado Sr. Romeu. Iba vestida de tisú de plata, con todo el traje materialmente bordado, y se adornaba con valiosas joyas. La cola era de magnífico encaje, y
una pequeña diadema de azahar completaba el atavío de tan gentil contrayente. El novio, de uniforme kaki de los regulares indígenas de Caballería y con albornoz gris, daba su brazo a su madre y madrina en la ceremonia, duquesa de
Seo de Urgel, que se adornaba con magnífico aderezo de brillantes y zafiros e iba tocada con negra mantilla.
La ceremonia nupcial fue bendecida por el obispo de Ciudad Real y prior de las Órdenes Militares, Sr. Irastorza,
quien pronunció una inspiradora plática. Ofició en la misa el reverendo padre Fray Federico Curieses…”[89].
Luego, todos los asistentes acudieron a celebrar los esponsales a un hotel que Serafín Romeu había adquirido en el Paseo de la Castellana, no muy lejos de la Iglesia, otra oportunidad para mostrar a tan egregios asistentes su imagen de empresario
de éxito.
Se hallaba entonces el diputado, y desde hacía años, establecido en Madrid, donde poseía un palacete también en La Castellana. Parece evidente que el enlace de su sobrina ayuda al diputado a estrechar
lazos con la Monarquía.
Las buenas relaciones con el rey y los aparatos del Estado las fomentó el Conde con cierta dádivas. Así, por ejemplo, en agosto de 1921, y ante la agudización del conflicto
en el protectorado español de Marruecos, donó 30.000 raciones de conservas para el ejército, transportadas hasta Melilla por el vapor de su propiedad Marien, cedido también para las necesidades del ejército[90]. En Melilla se sienta a la mesa de los principales militares españoles, como el general Cavalcanti, con el infante don Alfonso, con el vicealmirante Aznar,
etc.[91].
Es así como, a golpe de cartera y de astucia, va a formar parte del círculo más próximo a Alfonso
XIII.
A Serafín Romeu no sólo le atraía el mundo empresarial, era también un gran amante del arte. Y esto, probablemente, no sólo por ser un hombre profundamente culto. El arte no es un producto
de primera necesidad, su adquisición lleva aparejada una solvencia económica y además se relaciona con cierto nivel intelectual y sensibilidad ante las creaciones estéticas del hombre. Desde antiguo, se ha establecido una vinculación
muy estrecha entre la obra artística y la aristocracia, dejando aflorar una conexión entre el estatus social y los productos del arte[92]. Su decisión
de colocar un Murillo en la iglesia donde se casaba su sobrina hay que ponerla en relación con esta necesidad de presentarse ante la élite social como un hombre culto y financieramente fuerte. Además, claro está, de dejar clara
su religiosidad, asunto que desde antiguo es mucho más que una nota característica de las élites,
Conocidas eran en Madrid las subastas donde se subastaban oleos altamente cotizados y a la que acudían
para pujar el Conde de Barbate y José Lázaro Galdiano, notable mecenas y gran coleccionista de arte, que también fue diputado por el partido liberal y con quien Serafín Romeu coincidió en las Cortes. Amantes ambos de la pintura
clásica española y de los negocios, Galdeano, con una de las cinco mayores fortunas de toda Europa (en 1947, esa fortuna superaba en 1.000 millones de pesetas al presupuesto español), acabaría poseyendo más de doce mil piezas
de diversos géneros artísticos[93].
El hecho de que Serafín Romeu pudiese competir con el mecenas navarro, nos da una
idea de su capacidad económica y de la pasión que sentía por el arte. Aunque no llegó a poseer una colección parangonable a la de Galdeano, no puede decirse que fuera precisamente modesta. En los grandes salones de su palacio
de La Castellana, tenía colgados cuadros de “el Greco”, Murillo, Goya…, además de porcelanas de La Granja y Sèvres[94].
Desconocemos que fue de esa colección cuando estalla la Guerra Civil. Si no toda, gran parte de ella estaba aún en aquel palacio a la muerte de su esposa.
Serafín
Romeu, cacique: sus obras benéficas
El término “cacique” se halla inexorablemente unido al de “Restauración”. Vinculados a las zonas rurales, a los pequeños pueblos más
que a las ciudades, los caciques no son simplemente terratenientes, los poseedores de las mayores y mejores tierras. A estos se les conoció siempre, al menos en Andalucía, por “señoritos”. El cacique, que puede o no puede
ser el “señorito” del lugar, es un potentado, sí, pero un potentado que además está dentro del mundo de la política, y lo está esencialmente para mantener su estatus social y sus intereses económicos,
necesitando de los votos, sean lícitos o no, para seguir ejerciendo su papel político.
Conforme pasa el tiempo, el término “cacique” adquiere más connotaciones peyorativas, hasta el punto
que los partidos del turno, especialmente al cambiar el siglo, lo utilizan para descalificar al contrario. Cacique es el opositor, mientras que el candidato propio en un patricio, un bienhechor. La regeneración de España, la destrucción
del caciquismo, serán después de 1898 banderas de todos los partidos, también, sobre todo, de los dos principales. El problema estribaba en que ni uno ni otro veían más allá de ese caciquismo otra cosa que el vacío.
Y si no derribaron el edificio es porque no sabían que iban a construir sobre las ruinas.
Al ser término peyorativo, se habla de “caciques buenos” para referirse a aquellos que no se ajustaban al prototipo
establecido, personas que decidieron contribuir personalmente más allá de lo que sus compromisos electorales exigían. Es sabido que políticos como Romero Robledo o Burgos y Mazo llegaron a perjudicar sus propias finanzas en aras
de sus ambiciones políticas[95]. Estos “caciques buenos”, apegados a la doctrina católica, en la que a veces no se tiene claro si se actúa
por pura justicia o para tranquilizar las conciencias, al menos los pesos pesados de los partidos a nivel provincial, son enormemente populares y tienen asignados apodos afectivos, como es el caso de Serafín Romeu, que formaría parte de este
tipo de caciques, siendo popularmente conocido en el distrito por “el Papa”[96], sin duda por su magnanimidad a la hora complacer adeptos.
Es en Medina Sidonia, comarca en la que Serafín Romeu, don Serafín, implanta su cacicato, donde consecuentemente despliega su papel de benefactor, papel, que en buena lógica, cumplió con intensidad en los años
en que fue aspirante o diputado por el distrito. Y lo hace de tal manera que, según escribe Tussel, “mezcla la generosidad de un notable con la labor de gestión delante de la Administración para conseguir los votos del distrito de
Medina Sidonia…”[97].
La labor benéfica no sólo la desempeñó él, sino que su propia esposa,
María Limón, participó también en la medida que entonces se entendía que la esposa de un personaje público podía contribuir. Esto es, casi exclusivamente en lo que concernía a las obras pías y
religiosas, ocupaciones a las que ella siempre se mostró bastante inclinada. Y, aunque era una labor que complementaba a la de su esposo, parece indudable que ambos sentían la religiosidad como algo consustancial a sus vidas, más allá
del oportunismo político del momento. De hecho, después de morir el Conde, ella siguió practicando esta generosidad, y en su pueblo natal, Alosno se le conocen generosas aportaciones para una congregación religiosa local.
Como cacique de la época, Serafín Romeu tenía ciertas obligaciones que cumplir en su distrito. En una época en que las inversiones públicas se prodigaban escasamente en las zonas rurales, lo que el
cacique de turno no construyese, difícilmente se llevaba a cabo. Esa contribución caciquil dependió, claro está, de los propios beneficios que el distrito le reportara, pero también de lo espléndido que fuese el cacique.
En Barbate siempre se dijo que don Serafín había aportado más al pueblo de lo que le correspondía, que había sido muy “desprendío”. En esencia, lo que el diputado Romeu hizo fue transferir una parte de
los beneficios reportados por sus almadrabas a las poblaciones donde estas se hallaban. A cambio, él era el candidato indiscutible del distrito, un diputado por tiempo indefinido que con la oportunidad del cargo podía defender sus negocios en
el corazón del estado, donde se toman las decisiones políticas más importantes.
La labor benéfica del Conde en su distrito, fuese entendida como labor humanitaria o acción interesada, podía
dividirse de la siguiente forma:
1) Obras públicas
2) Ayudas ante las calamidades
3) Donaciones a la Iglesia
4) Donaciones
a particulares y otras
1.- Fue en el campo de las obras públicas donde Serafín Romeu destacó, y lo hizo sobre todo en la aldea de Barbate, prácticamente abandonada a su suerte por el Ayuntamiento de
Vejer, pues sus arcas venían siendo deficitarias hasta extremos preocupantes desde el último cuarto del siglo XIX.
En 1920 se inaugura la instalación encargada de llevar agua potable a Barbate, el beneficiado
Sr. Gálvez fue el encargado de bendecir maquinaria y manantiales[98]. El motor para bombear el agua se instala cerca del acantilado, en los chorros
de Tío Alberto, conduciéndose el agua a través de unas cañerías que atraviesan la playa de la Yerbabuena, bifurcándose a la altura de la hoy barriada El Chinar: una cañería en dirección
a la chanca para surtir el beneficio del pescado, y otra en dirección a la que es aún conocida como plaza de los Seis Grifos, por haberse instalado allí una fuente pública. Como puede imaginarse, para un pueblo que sólo se
surtía de los pozos que había en los diferentes patios comunes, esto representó, por modesto que hoy nos parezca, todo un acontecimiento, siendo indiscutible el servicio que se prestaba a la marinería que justo enfrente tenía
el embarcadero.
En aquel año ya estaba en marcha uno de los más ambiciosos proyecto de Serafín Romeu para Barbate y Zahara. Se trata de la construcción de dos colegios. Hasta entonces, en Barbate sólo
existían aulas que se ubicaban en locales de mala muerte. En Zahara ni siquiera esto. Aportó el dinero íntegro, y desde luego no fue una cantidad baladí. Nada menos que 200.000 pesetas importaron las dos escuelas, destinadas ambas
a escolarizar niños y niñas[99], y siendo inauguradas en 1922[100].
Todo un hito en las dos localidades. En Zahara porque, a pesar de sus 500 habitantes, jamás se había gastado una peseta en educación, y en Barbate porque un edificio de tal magnitud para un colegio en un pueblo que por entonces no pasaba
de 3.500 habitantes, suponía prestigiar la labor educativa de una manera que no tenía precedentes. De esta forma, Serafín Romeu ampliaba su patronazgo[101] entre
las clases humildes en los dos polos urbanísticos de Barbate: en un extremo, su enorme fábrica para el atún, la chanca, en el otro, un colegio majestuoso y digno de una gran ciudad. Por un lado daba trabajo a las clases más humildes,
por otro educación a sus hijos.
También la construcción de la Aduana en aquellas fechas se debió a su aportación personal, poniendo a disposición de la administración su propio capital,
pues el edificio tenía por objeto la fiscalidad del movimiento mercantil, y no beneficiaba directamente a los barbateños, que pocas contraprestaciones recibían de esa fiscalización.
Otra de las aportaciones
de Serafín Romeu tienen que ver con el muelle y puerto refugio de Barbate. Durante siglos, la aldea sólo había contado con un modesto embarcadero, levantado a base de empalizadas de madera, en el interior del río, justo
donde moría el camino real procedente de Vejer (cuyo tramo final sería luego conocido como “calle Real”) y que había servido para atracar los pocos faluchos (en 1887 no pasaban de 14[102])
que existían y para trasladar a los viajeros que en invierno querían pasar al otro lado del río usando un bote dedicado a este trabajo [102a].
Pero a la altura de 1920, siendo Serafín Romeu diputado,
la población pasaba de los 3.000 habitantes y la flota pesquera se hallaba en franca expansión, con claros ascensos en pesca y beneficios. Con todo, era la tradicional industria almadrabera la que más beneficios reportaba, y por tanto,
el Conde entendía que cualquier puerto acometido en Barbate por la Jefatura de Obras Públicas había necesariamente de situarse en las inmediaciones de la Chanca. Y eso que el primer proyecto, realizado objetivamente de acuerdo a la configuración
de la costa por Ramírez Dampierre en 1921, contemplaba ya el lugar de La Albufera como emplazamiento más idóneo.
Quizá por la propia oposición del Conde, el proyecto estuvo vagando de despacho
en despacho sin acabar de concretarse en nada, a pesar de una situación política y económica favorable, para acabar con un informe hacia 1930 que lo rechazaba, aparte de por algunas razones técnicas, por lo desmesurado de su coste
y por pretender ubicar el puerto a más de 2 kilómetros de la localidad (a pesar de que en realidad no llegaba al kilómetro).
Ante esto se barajaron dos alternativas, o situar el puerto en el interior del río,
en la desembocadura y justo frente a La Chanca, o situarlo en el exterior, por fuera de la desembocadura del río y también frente a La Chanca, pero esta vez por la parte de la playa. Prevaleció el primero, que fue el que se construyó
en buena parte: con un dique en la barra, un muelle pesquero de 250 metros, de los que 130 corresponderían al Consorcio, y con una lonja de pescado inaugurada en 1943. Y esto pese a la oposición manifiesta de la Asociación de Armadores,
y la menos decidida del Pósito Pescador[103].
Después de 1923, el Conde deja de ser diputado, y carecemos de noticias sobre
aportación alguna en Barbate, al menos hasta 1930. Entonces, se sabe que contribuyó económicamente a la construcción del edificio del Pósito de Pescadores, inaugurado aquel mismo año. De hecho, fue él quien
donó más fondos dentro de una suscripción que se había abierto para encarar las obras. Es probable que la contribución del Conde a esta obra tenga que ver con su apoyo a las agrupaciones corporativistas y albergue un carácter
sentimental de respaldo a una iniciativa que en su origen pudo muy bien auspiciar. La temprana creación del Pósito en Barbate, en octubre de 1921[104],
al poco tiempo de lanzada la idea por Alfredo Saralegui, con quien Serafín Romeu tenía estrechas relaciones, así parece indicarlo.
Pero, desde luego, esta aportación, amén de significar una reconciliación
con Barbate, pues las decisiones del Consorcio estaban desprestigiando su figura, significaba que el Conde se preparaba para su vuelta al escenario de la política, visto la deriva descendente de la Dictadura. Además, con un proyecto de puerto
de refugio en marcha y el Conde interesado en que se ubicase éste junto a la Chanca, era lo más lógico que intentase conjurar buena parte de la oposición. En este contexto, se comprende también que auspiciara la creación
de un nuevo periódico: La Independencia de Barbate.
En los otros pueblos del distrito electoral por el que Serafín Romeu se presentaba a candidato tenemos menos referencias, aunque desde luego existieron.
Así, en Tarifa, en 1918, estando prevista la acometida de agua para la población donó toda la tubería necesaria, lo cual fue motivo para que se le nombrara hijo adoptivo de la ciudad[105].
En Facinas, en 1921, repetiría la misma operación comprando las tuberías y haciendo construir una fuente conocida como “de los tres chorros”, que sería la primera en instalarse en el pueblo. En
agradecimiento, sus vecinos le dedicaron una placa conmemorativa que aún puede contemplarse[106].
2.- En cuanto a las ayudas a las
calamidades, las que han trascendido se refieren a una pandemia de gripe que afectó a los pueblos comarcanos de Vejer en los años 1918 y 1919, sumando un total de al menos 3.229 afectados, de los que 1.659 se hallaban en Vejer y 1267 en Barbate.
Rápidamente Serafín Romeu, junto con el senador Ricardo Shelly, hizo gestiones ante el gobernador civil a fin de que acudiesen médicos y material sanitario, y además aportó su dinero para ayudar a los enfermos:
Un culto caballero, de alma justa, corazón noble, caridad heroica, puso a disposición de los pueblos invadidos los recursos de su numerosa fortuna; D. Serafín Roemu Fages, el dignísimo diputados a cortes por aquel distrito,
no será nunca discutido; lo contrario demostraría cobarde ingratitud[107].
El diputado aportó
también más de 2.000 pesetas para ayudar a los enfermos y sus familiares.
El Ayuntamiento de Vejer, en plenos municipales de enero de 1919, acordó la colocación de una placa en Barbate, “en reconocimiento de los
recursos que facilitó durante la epidemia”, así como colocar su nombre a la calle de los Remedios de Vejer.
En Barbate llegaron a fallecer con motivo de esta epidemia unas 58 personas, casi el doble en Vejer y 13 en Zahara[108].
3.- Las relaciones con la Iglesia fueron muy estrechas, dando el matrimonio Romeu-Rodríguez en todo momento muestras de un gran
fervor religioso. Siempre que una obra pública fuese costeada por Serafín no faltaba la bendición religiosa, al igual que en cada inauguración de la temporada almadrabera[109],
tradición secular que seguía una liturgia antiquísima.
Las contribuciones a la Iglesia solían realizarse a través de imágenes religiosas u otras aportaciones al culto. En 1918, existía en la iglesia
de San Paulino de Barbate una mesa de madera pintada con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús bajo dosel, regalada por María Sebastiana Limón; un San Antonio de madera de 60 cms. regalado por Dolores Rodríguez Limón
y un armónium regalado por Serafín Romeu.
A principios de los años 30, habiéndose quedado pequeña la vieja iglesia y estando en la estado su fábrica, se decidió primero su derribo
para levantar una nueva y luego la construcción de otra no lejos de la ubicación de esta. El conde de Barbate fue “una de las personas que más contribuyeron con su aportación pecunaria a la realización de las obras”,
además, también costeó el altar mayor siendo inaugurado el 20 de octubre de 1937.
Aunque es evidente que un cementerio es una obra pública, además imprescindible, lo cierto es que el de Barbate
fue donado por Serafín Romeu a la parroquia de San Paulino –y aún hoy sigue siendo parroquial-, por lo que supuso la concesión de un beneficio a la Iglesia. Su construcción hay que ponerla en relación con la epidemia
de gripe de los años 1918-1919. Donado el terreno por Francisco Fernández Caro, la obra y ocho nichos fue costeada por el conde de Barbate.
Quizá a cambio de la donación, la parroquia aceptó proponer
la denominación para el camposanto de “Nuestra Señora de la Bella”, de gran tradición en Huelva y nombre de la madres del Conde y la Condesa.
Ya en plena Guerra Civil, se proyectó otra iglesia
de mayores dimensiones, para cuya inauguración, el 12 de octubre de 1946, se nombró madrina a María Sebastiana Limón.
En los terrenos del Zapal existió una caseta “para la Doctrina”,
también regalada a la Iglesia por el Romeu Fages[110].
No sólo en Barbate se manifestó el fervor religioso de los
condes. El Conde no se olvidaba de Isla Cristina, contribuyendo con 50.000 pesetas a la suscripción abierta en el pueblo de sus padres para construir una nueva iglesia parroquial[111].
En Casas Viejas (hoy Benalup-Casas Viejas) la iglesia fue en parte costeada también por el Conde, quien, junto con otros, hizo grabar su nombre sobre el zócalo de mármol de una de las columnas de la fachada.
4.- En cuanto a las donaciones a particulares, resultan más difíciles de cuantificar, toda vez que no suelen hacerse públicas, a no ser que exista un llamamiento desde determinado periódico, el cual, a su
vez, publica los nombres de los donantes.
En el marco del conflicto con Marruecos, y a fin de trasladar los numerosos heridos a la península, se abrió una suscripción para adquirir un aeroplano, el cual se
llamaría "Cádiz", a semejanza de los que se estaba llevando a cabo en otras provincias. Serafín Romeu aporta 1.000 pesetas[112].
En el mes siguiente, su esposa contribuía con donativos varios para los soldados naturales de Tarifa, Vejer y Barbate[113]. En febrero de 1922, contribuye
con 1.000 pesetas a la suscripción que el periódico ABC realiza para ayudar a los soldados madrileños[114].
En 1933,
con motivo del levantamiento anarquista de febrero en Casas Viejas, consecuencia del cual fueron asesinadas numerosas personas, se abre una suscripción para ayudar a las familias de los fallecidos. En diciembre de ese año, se había recaudado
2.029,65 pesetas, de las que 2.000 habían sido aportadas por Romeu Fages [115].
Serafín Romeu, conde de Barbate
En diciembre de 1918, los municipios de su distrito, con el Ayuntamiento de Vejer a la cabeza, habían solicitado el título de Marqués de Vejer para Serafín Romeu Fages. Los informes preceptivos de la Diputación
de la Grandeza y de la Comisión Permanente del Consejo de Estado fueron positivos[116], pero el rey estimó que, siendo Barbate la población donde
había desarrollado de forma principal su labor benefactora, era más lógico que fuese éste el nombre que ostentara su título.
Entre la solicitud de Vejer y la concesión real se registra
un acto de apoyo de don Serafín a la Monarquía. En agosto de 1921, en un contexto de guerra con Marruecos, cede el vapor “Marien” al alto comisario de aquel país para que sirva al transporte de víveres y pertrechos “mientras
duren las circunstancias actuales”. El barco no iba de vacío, pues llevaba en sus bodegas “30.000 raciones de conserva regaladas por el Sr. Romeu al Ejército”[117].
Otro acto más que seguramente determinó la decisión real de concederle el título. La recomendación prevista en la ley y obligada a realizarse ante el Consejo de Estado por cuenta de otro miembro de
la nobleza, le vino de la mano del marido de su sobrina, marqués de la Viesca.
Finalmente, el día 6 de marzo de 1922, Serafín Romeu Fages recibió el título de Conde de Barbate por un Real Decreto
firmado por Alfonso XIII.
Nunca debió sentir el nuevo conde que había alcanzado la cúspide de su trayectoria personal como aquella primavera de 1922: diputado a cortes, dueño de un capital envidiable
y recién llegado a la nobleza, y aún con 44 años. Nada indica que aspirase a más en la política, pues eran en lo negocios donde se movía placenteramente. Y es más que probable que si hubiese deseado llegar
más lejos en su “cursus honorum” lo hubiese hecho, pues preparación y facilidad para moverse en las altas esferas del poder no le faltaban.
Y es que, con su nuevo título, es indudable que su prestigio
había aumentado entre las clases dirigentes del país. En agosto de 1922, con motivo de la inauguración de un colegio en Barbate cuyo costo había desembolsado, acuden al acto, además del gobernador civil y otras autoridades,
figuras públicas a nivel nacional de la talla de Niceto Alcalá Zamora, ex ministro de Fomento, y el general Sanjurjo, que ya había obtenido la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil[118].
Es indudable que Serafín Romeu, gracias a su relación cercana con el monarca, a su propia capacidad para desenvolverse entre la oligarquía nacional y, cómo no, al alto prestigio alcanzado por sus empresas es ya una de las personalidades
más influyentes del país.
Ese mismo año, acompaña personalmente en tren al nuevo gobernador civil, Manuel Semprún, que llega a Cádiz a tomar posesión del cargo[119]. A estas alturas, parece evidente que, al menos en la provincia de Cádiz, en las grandes decisiones se está obligado a escucharlo.
En
febrero de 1923, como no puede ser de otra manera, opta de nuevo al puesto de diputado por Medina Sidonia[120]. Serán las últimas elecciones en las que
salga elegido. Si alguna vez aspiró a otros triunfos en el escenario de la política, un hecho vendría a abortar cualquier veleidad en este sentido: el golpe de Primo de Rivera de 1923.
La dictadura
de Primo de Rivera y el Consorcio Nacional Almadrabero
Aunque carecemos de datos precisos, no parece que las relaciones del Conde de Barbate con el dictador Miguel Primo de Rivera fuesen cordiales. El Conde era diputado
a Cortes, formaba parte del poder político de la nación y, como la gran mayoría de los políticos de entonces no podía aceptar que se le apeara por las buenas de ese poder, no obstante transigir, como los demás, con
lo que el pueblo parecía desear y que el rey había sancionado.
A excepción de cualquier inquietud por el futuro, no parecía por tanto que ninguna razón de peso obligara al Conde a ver con buenos
ojos la llegada de un gobierno militar. Y menos que nada de un gobierno militar presidido por Primo de Rivera. Siendo éste natural de la provincia y personaje bien conocido dado sus altisonantes discursos, algunos de ellos dirigidos contra el caciquismo
y la vieja clase política, resulta evidente que Serafín Romeu lo conocía bastante bien, y que inevitablemente no podría dejar de sentirse como uno de los objetos de esas críticas.
Pero hay algo
más importante y que viene de atrás. El general había ansiado escalar peldaños en la estructura del poder, es más, a la altura de mayo de 1923 ya creía poder alcanzar la cúspide en el gobierno de la nación
a costa, claro está, del gobierno legítimo. Su primera idea consistió en promocionarse a través del sistema: “pidió –escribe Payne- que lo colocaran en la lista liberal para las elecciones de mayo de 1923 en su
circunscripción nativa de Cádiz. El primer ministro y algunos otros políticos influyentes eran partidarios de ello, pero el cacique liberal de Cádiz puso el veto al proyecto diciendo que en el pasado Primo había sido demasiado
amigo del cacique rival maurista. Temporalmente al menos, este veto puso fin a sus planes para ascender por los canales políticos ordinarios”[121].
Cualquiera que sea la cosa a que se refiere Payne como “cacique liberal de Cádiz”, es indudable que, a estas alturas, nada se decidía en el partido liberal gaditano sin el concurso del Conde de Barbate, lo cual
descubre una posibilidad seria de conflicto entre éste y el general, quien acaso no olvidó esta afrenta una vez convertido en dictador. Además, ya hemos dicho que Serafín Romeu era romaninista, y Romanones nunca fue partidario de
Primo de Rivera. Creía el experimentado político liberal, como muchos otros, que a la altura e 1923 un gobierno militar era la mejor solución, pero no pensaba en el general jerezano[122],
e incluso llegó mucho más lejos conspirando junto a algunos militares para derrocar al dictador en 1926. Primo, una vez que descubrió la trama le hizo pagar una multa de 500.000 pesetas[123].
Desconocemos si en algún momento el conde de Barbate trabajó en la sombra para contribuir al derrocamiento del dictador. Sí consta que contribuyó a la campaña de Marruecos, donde Primo luchaba por consolidar
el protectorado español acabando con los rebeldes con la colaboración de Francia. En concreto, aportando 250.000 pesetas en conservas y salazones para las tropas[124].
Pero estas eran ayudas a la solución de un problema que interesaba también, y mucho, al rey, deseoso de que no se relacionase su figura con las derrotas españolas que venían teniendo lugar en aquel territorio.
Lo cierto es que, si el Conde no había tenido ninguna participación en la conjura de 1926, la sanjuanada, entonces es pura coincidencia que por esas fechas Primo de Rivera comenzase a fraguar la idea de nacionalizar en parte la
pesca del atún mediante un consorcio con empresas del sector.
El 19 de enero de 1930, Romeu Fages recibe de la mano de Alfonso XIII la gran cruz de la Orden del Mérito Civil[125].
Antes de eso, con el consentimiento o la oposición del conde de Barbate, el gobierno de Primo de Rivera decide, en 1928 y por Real Decreto de 20 de marzo, número 560, la creación del Consorcio Nacional Almadrabero. El
decreto recogía en su capítulo 10 el establecimiento de un consorcio “entre el Estado y los almadraberos, que se constituirán en Sindicato Nacional Almadrabero de las provincias marítimas de Huelva, Sevilla, Cádiz y
Algeciras, que tendrá por objeto la explotación de la pesca del atún en el litoral de aquellas provincias y, en general, de todas las clases de pescas con artes fijos, abarcando esta explotación el problema íntegro de pesca,
transporte, industrialización y comercialización de todos los productos, con la base del estudio y de las experiencias científicas y técnicas que tiendan a racionalizar la explotación para obtener el máximo rendimiento”.
Luego, por Real Orden de 13 de octubre de 1928, se autorizó a los concesionarios de almadraba adheridos al Consorcio a constituir por escritura pública el Sindicato Nacional Almadrabero, en el que se integraron, entre otras,
las siguientes sociedades: Viuda de Zamorano Romeu y Cía., concesionaria de la almadraba “Arroyo Hondo”; Serafín Romeu Fages, concesionario de la almadraba “Las Torres”; la Sociedad General Almadrabera,
concesionaria de las almadrabas “Zahara” y “Ensenada de Barbate”; la Sociedad Romeu y Cía, concesionaria de los pesqueros de almadraba “Reina Regente” y “Las Cabezas”. Todas estas pertenecían
o tenían la participación mayoritaria del conde de Barbate.
El principal objetivo del Sindicato era distribuir entre los asociados las acciones del Consorcio que a cada uno le correspondiera con arreglo a las aportaciones.
En enero de 1929, se fijó el capital social en 25 millones, representado por 50.000 acciones de quinientas pesetas cada una. La duración máxima del Consorcio se estipulaba en cincuenta años[126].
En resumen, y a decir de Ríos, se conformaba la mayor empresa agroindustrial de Andalucía, con una mano de obra contratada que superaba los 6.000 trabajadores[127].
David Florido sostiene que el Consorcio recuperaba el imperfecto régimen monopolista que tuvo en el Antiguo Régimen el duque de Medina Sidonia, “y aún lo superaba, porque sus efectos se extendían a toda
actividad industrial, de procesamiento, transporte y comercialización relacionada con la economía del atún”. En definitiva, volvía a ponerse el negocio del atún en manos de una oligarquía[128].
Esta afirmación, no obstante, hay que matizarla, pues desde Serafín Romeu Portas, el negocio del atún, de facto, parece tener ya su oligarquía, representada especialmente por la familia Romeu, cuyo negocio
empresarial se halla muy por encima de sus inmediatos seguidores, los Carranza y los Curbera.
Lo que parece indudable es que, siendo el conde de Barbate dueño de las principales almadrabas –a excepción de la
de Sancti Petri, en manos de la familia Curbera-, regentaba el negocio más próspero del atún, y contando con el favor del rey, además de con los adláteres conseguidos en su etapa de diputado, no es de suponer que
quisiera compartir sus beneficios con el Estado. A todo esto se añadía el hecho de que, si quería sostener su poder en el futuro Consejo de Administración, había de aportar al Consorcio la mayor parte de sus bienes relacionados
con las almadrabas de las que era propietario, incluidos la fábrica de Barbate, la principal herencia de su padre.
En la práctica, los Romeu, que no tenían competencia en el negocio del atún en España,
ni probablemente en Europa, habían perdido su predominio a favor del Estado y de otros particulares, como Ramón de Carranza, que ahora podía tomar decisiones sobre almadrabas que antes no controlaba en modo alguno.
De todas formas, el Conde, que es el mayor accionista de la nueva empresa, “se constituyó desde el principio en el hombre fuerte del consorcio, de cuyo consejo de dirección fue nombrado Consejero General. Juto a él se sentaban
Ramón de Carranza, José Márquez Correa, Arsenio Martínez Campos y Bartolomé Galiana”[129], algunos, hombres próximos
al Conde que compartían con él también mesa en el Banco Internacional de Comercio e Industria[130].
Recién
creado el Consorcio y tomadas las primeras disposiciones, llovió sobre él una serie de críticas desde diversos sectores. Tanto a nivel nacional como local. El hecho de que un periódico como La Voz, tan próximo al Conde, lance
una diatriba contra el Consorcio[131], es más que probable indicio de la repulsa que le había provocado su creación. En Barbate, esas
críticas se canalizaron a través del semanario La Independencia de Barbate, entre otras, las que hacían referencia a la imposibilidad de comprar atún fresco en la localidad, a pesar de tener “la primera fábrica
de atún del mundo”[132], el empeoramiento de la condiciones laborales[133] o
las que hacían hincapié en la contratación de obreros foráneos, a pesar del paro que ocasionalmente se producía en el pueblo por las fechas del calamento de la almadraba[134].
En conjunto, las críticas hacia el Consorcio efectuadas a través de este medio parecían olvidar que Serafín Romeu era parte consustancial del mismo. Lo cual, en un medio claramente fiscalizado por el empresario,
y dirigido por un hombre tan cercano a su figura como José Miranda de Sardi [134a], venía a certificar quién había sido la primera víctima de su constitución. Será sólo coincidencia, pero el hecho de
que el semanario La Independencia apareciese al poco de constituirse el Consorcio y de que el periódico se hiciese eco o crease furibundos ataques contra este organismo merece cuando menos un análisis profundo de la problemática
originada por este nuevo monopolio.
Serafín Romeu, la República y la sublevación militar
El conde de Barbate era monárquico. Un monárquico que
formaba parte del aparato del estado y que además había recibido honores de mano del propio rey. Consecuentemente, no podía recibir alegremente las salvas a la República que se dispararon en abril de 1931. De hecho, intentó
contribuir a que ese momento nunca llegase.
Determinado el último gobierno de la Dictadura a formalizar elecciones a Cortes para marzo de 1931, el Conde se dispuso a preparar su candidatura como si el episodio de Primo de
Rivera nunca hubiese existido. Finalmente, se convocaron antes las elecciones municipales, y como la mayor parte del país se decantase por los partidos republicanos, el rey se decidió a abdicar. Después de esto, el Conde no volverá
a acudir a unos comicios. Su etapa como político activo había finalizado.
Previamente, como dijimos, intentó amortiguar la caída de la Monarquía. Y lo hizo de la mejor manera que sabía
hacerlo, poniendo dinero sobre el tapete. Así fue como, el día 27 de marzo de 1931, Serafín Romeu y otros monárquicos, compran los diarios El Sol y La Voz, convirtiéndose el Conde
en el principal accionista de el primero de estos periódicos, al aportar la mayor tajada de los dos millones de pesetas que costó hacerse con ambos periódicos.
Alentada la jugada por el conde de Romanones,
se trataba, como reconocería Ortega y Gasset, de acabar con el republicanismo del periódico. Aunque ya ambos periódicos dependían de La Papelera Española, el artículo de Ortega y Gasset, “El error Berenguer” publicado
en El Sol en noviembre de 1930 y su famosa conclusión Delenda est Monarchia, o sea, hay que destruir a la Monarquía, determinó al Conde a adquirir directamente este periódico, obligando a que saliese
de él su fundador y primer accionista, Nicolás Mª de Urgoiti, el mismísimo Ortega y Gasset, y otras plumas destacadas. como Azorín o Félix Lorenzo.
Aún así, ambas publicaciones,
aunque con un oportuno cambio en la dirección y modulando el tono, siguieron funcionando durante la República en la misma línea que tradicionalmente había seguido. Es más, también con un plus de simpatía por
el hombre fuerte del momento, Manuel Azaña[135], a la vez que se daba paso también a las opiniones de un nuevo partido de corte fascista: Falange Española.
Serafín Romeu trasladaba un modelo que le venía funcionando en su distrito: de los periódicos El Heraldo y La Independencia de Barbate – La Verdad y El
Progreso de Tarifa, pasaba a La Voz y El Sol a nivel nacional.
El Conde parece querer amoldarse a los nuevos tiempos. Habiendo estado el día 15 de abril de aquel 1931 en el
palacio real para despedir al rey, lo que entra dentro de lo que se espera de él, reacciona enfadado mandando una carta al ABC por haber publicado este periódico la noticia[136].
Estaba claro que se había dispuesto a contemporizar con los nuevos dueños de la situación, pretendiendo pulir sus vínculos con la Monarquía.
La buena prensa de Azaña en El Sol,
y una aptitud claramente condescendiente con la nueva élite política, pareció por un momento que iba a dar resultado, pues la República barajó en estos primeros años la posibilidad de disolver el Consorcio Nacional
Almadrabero, lo cual podía devolverle las riendas de sus fábricas. Fue un espejismo, máxime cuando el Conde se sumó a la sanjurjada, en la que una serie de militares y otros adeptos a Alfonso XIII pretendieron
acabar con la República. El fracaso del golpe obligó a Romeu a abandonar el control de los dos periódicos madrileños[137]. Aunque a este
respecto siguió controlando buena parte de lo que en ellos se publicaba[138].
Era evidente que el Conde no estaba nada a gusto con
la nueva situación, y se le nota mayor entusiasmo con la vuelta al poder de los partidos próximos a las ideas monárquicas. Un ejemplo de ello, por anecdótico que pueda parecer, es que en octubre de 1934 – durante el llamado bienio
negro- ordena entregar en el gobierno civil de Huelva la cantidad de 2.786 pesetas con destino a un cuartel para los guardias de Asalto[139].
Paralelamente y en medio de una crisis de capturas de atún, el Conde intenta potenciar las ventas desde el Consorcio a través los periódicos que controla, ensalzando la gestión de la entidad que ha conseguido mantener precios
asequibles a pesar de la alta demanda del producto, en algunos casos tan solicitado como los buenos jamones, y que lleva a que algunas ciudades se arroguen el mérito de producirlo cuando no hacen más que venderlo[140];
también alertando contra la llegada de atún japonés a Génova, principal puerto comprador de atún español, cuyo mercado entiende seriamente amenazado[141].
Por lo demás, consigue que el Consorcio libre al atún de la secular tutela de los intermediarios italianos, potenciando la expansión de marcas propias en otros mercados internacionales[142].
La República, que como hemos ya indicado, no va a modificar el estatus almadrabero, manteniendo el Consorcio en los términos previamente establecidos, significó la llegada de una serie de conflictos laborales que
van a repercutir directamente en los negocios del Conde, coincidentes en el tiempo con una bajada de los rendimientos de la pesca y comercialización del atún. Y es que, con los nuevos gobiernos, más que nunca antes, los obreros habían
decidido batir el cobre y presionar para, por lo pronto, se cumpliesen las propias leyes republicanas en materia de trabajo. Esto, en una empresa que conculcaba toda la legislación laboral e imponía unas condiciones de trabajo muy duras, donde
las jornadas laborales podían llegar a la veinte horas[143], y donde se comparaba constantemente la actual situación con aquellos años dorados
de la década anterior.
En agosto de 1935, desde Isla Cristina, se protesta enérgicamente por el incumplimiento de la legislación social por parte del Consorcio, incluso se responsabiliza directamente a Serafín
Romeu de hacer oídos sordos ante la petición de un operario de la almadraba de Rota, quien después de 40 años había quedado totalmente desamparado. Tal caso y otros por el estilo se denuncian con nombres propios, personas
en situación desesperada dispuestas a luchar por sus derechos y a encontrar un eco en la prensa que antes no existía[144].
Los
diversos problemas laborales cada vez generan más conflictos y llegan a su culmen en mayo de 1936, cuando con motivo de cierto trato vejatorio dado a los obreros del Consorcio y del cierre de la fábrica de Rota, decidida desde su consejo de administración,
los sindicatos mayoritarios convocan una huelga de todo el personal. La prensa de la época culpa directamente al Consejo, en el cual era parte principal el Conde, de haber provocado una huelga que pudo evitarse, por no haberse “inspirado en un
espíritu de concordia y de justicia, llevando a los obreros una resolución armónica del problema”[145], y llegan incluso a pedir que el Estado
gestione directamente las empresas[146]. Enconado el conflicto, en Cádiz los sindicatos U.G.T. y C.N.T. declaran una huelga general el 10 de junio en apoyo de
los obreros del Consorcio, huelga secundada por gran parte de los gaditanos y rechazada de plano por los dirigentes políticos, que incluso se disponen a habilitar un barco en el puerto de Cádiz (el Miraflores) para el caso en que
los detenidos desborden las cárceles de la ciudad[147]. Hasta el 20 de junio no se llegó a un principio de acuerdo, siendo los obreros de Sancti Petri
los últimos en abandonar la huelga[148].
Este conflicto coincidió en Barbate con otra huelga en protesta por la contratación
de obreros foráneos para las obras del muelle pesquero, llegando incluso a acudir al pueblo fuerzas de la Guardia de Asalto procedentes de Cádiz, a fin de mantener el orden público[149].
Ya para entonces los problemas del Consorcio habían contribuido a liquidar la imagen de cacique bueno que Serafín Romeu se había ganado en sus años de político activo[150].
Pero también se estaba fraguando el golpe de estado contra la República. Desde el principio, la conspiración militar contra la misma, dirigida por el general Mola, contó con la colaboración de muchos monárquicos. Entre
ellos, Ramón de Carranza y el propio Conde de Barbate. El general Franco que, en Marruecos, contaba con las tropas mejor preparadas para imponerse en el país, se encontró con el problema inesperado de no disponer de la Marina para trasladar
a sus soldados a través del Estrecho de Gibraltar. Sabía que, de no conseguirlo, su intento de imponerse estaba condenado al fracaso o, cuando menos, a su propio fracaso para encabezar el Movimiento.
En mismo mes
de julio de 1936, los dirigentes del Consorcio Nacional Almadrabero, a través de Arsenio Martínez Campos, presidente del mismo, cedieron a los golpistas dos faluchos propios con el objeto de ayudar a las tropas a atravesar el Estrecho. Fue una
contribución modesta, que logró pasar a unos 150 o 200 legionarios, pero decisiva, como se vio en Tarifa y Sevilla, adonde pasaron estas fuerzas a consolidar la labor de Queipo de Llano[150 bis]; y es que algunas resistencias en los pueblos se
estaban resolviendo a favor de los rebeldes por el empeño decidido de unos cuantos oficiales y soldados muy bien entrenados.
Enterado el gobierno republicano de este hecho, ordenó al destructor “Churruca”
bombardear las fábricas del Consorcio en Tarifa, Barbate y Sancti Petri. Sólo las fábricas, evitando el castigo a las poblaciones, que por lo demás eran mayormente republicanas. El 26 de agosto, situándose en la zona donde
hoy está el puerto para evitar tener ninguna población a las espaldas del objetivo, el Churruca efectuó 80 disparos de cañón contra la chanca de Barbate. Su comandante, Luis Núñez de Castro, cumplió la
orden tan a rajatabla que el propio chalé de Conde de Barbate, anexo a la fábrica, no fue ni siquiera rozado, a pesar de que tres obuses impactaron a menos de veinte metros del mismo[151].
Luego, el gobierno de la República ordenó la disolución del Consorcio y su liquidación, debido a “la activa participación de los jefes de la Compañía en el Golpe Militar”[152].
Pero en el momento del bombardeo, no sabía el comandante del Churruca, mientras se cuidaba mucho de bombardear el chalé del Conde, que la contribución Serafín Romeu a la causa de Franco iba a ir mucho más
allá de ceder unos faluchos del Consorcio. Oficialmente, la colaboración con el gobierno de Franco de Serafín Romeu se ceñía a la reestructuración del Banco de España[153].
Pero había algo más importante.
Serafín Romeu: conjeturas sobre su muerte
Serafín Romeu: conjeturas sobre su muerte
Sobre la muerte del conde de Barbate no tenemos noticias fidedignas. Lo que a continuación sigue se ha
elaborado a partir de informaciones obtenidas bajo el anonimato de los informantes.
A principios de octubre de 1937, el Conde llega a Génova con una misión especial y secreta. En principio su presencia en la ciudad no tiene porqué alentar sospechas, al fin y al cabo acude allí con frecuencia, puesto que es allí, como hemos dejado muy claro, donde se halla el principal mercado de conservas de atún. Y, precisamente por su conocimiento del terreno, porque sabe desenvolverse con el idioma italiano y sobre todo porque en Génova se halla la sede del almirantazgo de la Regia Marina, las autoridades franquistas le han encargado que realice este viaje, cuya importancia es vital para la causa rebelde.
En esta ocasión, la maleta que le acompaña no va incluir en su interior efectos personales, sino una cantidad mayúscula de dinero aportada por un íntimo amigo de Serafín Romeu, el III Marqués de Viana, una suma
destinada a abonar el primer plazo de la adquisición de ciertos destructores modernos que habrían de formar parte de la armada franquista. Los italianos ya adviertieron que no entregarían los barcos hasta no recibir el precio convenido
en metálico, y además han de recibirlo de manos de alguien en quien puedan confiar. Al contrario que Mussolini y Ciano, muy interesados en proporcionar barcos a los rebeldes españoles, la Regia Marina no comparte ese
entusiasmo, y dilata hasta cuanto les es posible la entrega de buques de guerra, bien aumentando sus precios o bien oponiendo razones técnicas. Ante estas circunstancias, las suspicacias motivadas por la poca voluntad de cerrar el trato pueden dar al
traste con todo el negocio.
Pero no es ése el principal problema. Consciente más o menos de ello, el Conde corre gran peligro. Agentes republicanos españoles están actuando en el extranjero con el propósito
de evitar a toda costa que los grandes financieros ultimen tratos que hagan llegar más armamento hasta los sublevados. Conocen ya, por la vía trágica, que submarinos italianos han venido a España, y que Juan March –enemigo
declarado de la República- ha arribado en el mes de junio a Nápoles con la oculta misión, se dice, de comprar aviones para el general Franco[154].
Si no las organizaciones internacionales por las buenas, los republicanos están dispuestos por las malas a que se respeten los tratados de Washington y Londres de 1936, los cuales prohibían cualquier cesión de buques de guerra a las partes
en conflicto[155].
El Conde, ciñiéndose a la premisa elemental de no levantar sospechas, ha de hospedarse en el hotel de
siempre. Parece ser que es allí mismo donde se procede a la entrega del dinero, cerrándose la operación para traer a España dos barcos: son los destructores Aquila (luego Melilla) y el Falco (luego Ceuta). Usados por
Italia en la primera Guerra Mundial, y por tanto material anticuado y próximo al desguace, difícilmente aguantarían sin irse a pique de enfrentarse a cualquier unidad moderna de la armada republicana. De hecho,un buen mercante transformado
y artillado podía prestar un mejor servicio[156]. Pero al menos pueden permitir a los sublevados presumir de Marina, y si acaso intimidar a barcos menores.
En cualquier caso, el trato se ha formalizado conforme a lo previsto y los barcos navegarían rumbo a España el día 24 de aquel mes de octubre, después de ser entregados a la Armada de los sublevados en La
Spezia, puerto situado al sur de Génova donde la Regia Marina tiene su principal arsenal. Sin embargo el Conde no ha vuelto a España tras cerrarse el trato. “Víctima de una súbita enfermedad”, muere
el día 12 en la misma Génova, en el número 16 de la Salita della Rondinella (la Subida de la Golondrina), a los tres días de su llegada y al poco tiempo de cerrarse la misión.
A partir
de aquí todo son especulaciones, y cualquier intento de sacar a relucir la verdad de los hechos tropieza con la propia naturaleza de la misión que había llevado al Conde hasta Génova. Nada es descartable, y antes que nada la probabilidad
de que, simplemente, falleciese de un infarto[157].
Enviado su féretro en un buque que arribó a Tarifa, Serafín Romeu
Fages fue enterrado en Sevilla, y más tarde sus restos, junto a los de su familia, serían trasladados al cementerio de Madrid, donde hoy descansan.
[1] Entre otras cosas, por ser "rey" antes que conde: “Rey de las almadrabas y conservas de pescado andaluzas”
(Heraldo de Barbate, 3 de julio de 1926).
[2] En el anuario de Bailly Baillier de 1883 hallamos la primera referencia en una publicación
no oficial. Aparece Barbate en el apartado “agregados” de Vejer de la Frontera, partido judicial de Chiclana: “Contiene –se dice- una almadraba de mucha importancia y algunas salazones de pescados”. Será esta la única
alusión hasta 1887, en que se comienza a citar lo típico de estos anuarios: alcalde, médico, párroco, enseñantes, y más tarde comerciantes.
[3] Heraldo
de Madrid, 29 mayo 1909.
[4] D. Bohórquez Jiménez: “Sancti Petri. De ayer a hoy” (2000), p. 62.
[5] Para una información pormenorizada de los últimos cinco siglos, vide: J. A. López González-J. M. Ruiz
Acevedo: “Series históricas de capturas…” (2012), pp. 139-174.
[6] A partir de una referencia de Baltasar Veiga
se ha hablado de una concesión realizada en 1874 a José Mª Requejo en 16.000 pesetas, que luego pasa a la familia Lloyd, para terminar en 1880 en manos de la familia Romeu: A. Mª Carreras Egaña et alli: “Barbate...”
(1988), p. 156. Pero él único dato que por ahora hallamos registrado sobre la actividad almadrabera de José Mª Requejo nos indica que éste arrendó la almadraba de Zahara el 29 de agosto de 1871 y lo hizo en 5.012,50
pesetas. Este almadrabero es probable que sea José Mª Requejo Gastardi, que fue concejal en el ayuntamiento de Cádiz en los años 80: J. Marchena: “Burgueses y caciques…” (1996), pp. 194 y 214); La cantidad de 15.000
o 16.000 pesetas no aparece en estos primeros años, por elevada, en ninguna almadraba (A.G.M.A.B. Leg. 2192. Registro de Almadrabas), si bien en las actas del Ayuntamiento de Vejer aparece también, Requejo y esa cantidad: Actas de
Vejer. Sesión 10 de mayo de 1920.
[7] La almadraba de buche es una serie de redes formando líneas y cuadros que se interponen
al paso del atún frente a la costa y que conducen a las bandadas hasta un copo donde finalmente y con la ayuda de especialistas se extraen las presas.
[8] A.G.M.A.B.
Leg. 2192. Registro de Almadrabas. Fue una mujer por tanto la que caló la primera almadraba en Barbate, hecho desde luego muy excepcional, que probablemente obedeció a que su marido falleció después de solicitarla. Dª María
Encarnación quizá era viuda de Gaspar Pérez Barceló y madre de Gaspar Pérez Guerrero, una familia almadrabera de origen valenciano.
[9] Reglamento
1866. Art. 25. Podrá solicitarse el calamento de almadrabas en sitios que nunca hayan existido, y si de la información que habrá de seguirse resultase no ser perjudiciales a los intereses generales de la navegación y el tráfico,
u a otras almadrabas inmediatas, se hará la concesión por término de cinco años improrrogables, a la espiración del cual se subastará como todas las otras.
[10] No
le falta razón a Segundo Ríos cuando dice que la industria de conservas de pescado andaluza es una “invención” de los fomentadores de la costa occidental del Huelva: S. Ríos Jiménez “Origen y desarrollo
de la industria de conservas…” (2005), p. 65.
[11] J. Bogarín Díaz: “180 Linajes isleños”
(2012), pp. 738-9 y 986 y ss.
[12] Revista de Geografía Comercial, 31 de octubre de 1888.
[13] J. Bogarín Díaz: “180 Linajes isleños” (2012), p. 990.
[14] Miravent,
p. 150 y ss)
[15] Jou Andreu, D.: “Catalanes en Isla Cristina” (1995), pp. 86, 87, 109 y 110.
[16] Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico Madoz, 1845-1850. Cádiz.
[17] Wenceslao
Rahola Rubie formaba parte de otra estirpe almadrabera. Su padre era José Rahola Godó, hermano de Juan, presentes ambos en la almadraba de Sancti Petri hacia 1880. El hijo de Juan, y hermano de Wenceslao, Arturo, también será
dueño de varias almadrabas, sin duda junto a otros almadraberos: D. Bohórquez Jiménez: “Sancti Petri…” (2000), pp. 74 y 75. Se casará con una vejeriega (gradezco esta última información a Arturo
Relinque)
[18] Jurisprudencia Civil. Colección de las sentencias dictadas por el Tribunal Supremo. Reus, 1888.
[19] Diario Oficial de Avisos de Madrid, 30-6-1883.
[20] laalcarriaobrera.blogspot.com.es
[21] A.G.M.A.B. Leg. 2.191/5.01.
[22] A.G.M.A.B.
Leg. 2.191/5.01 y Leg. 2192.
[23] Revista de Geografía Comercial, 31 de octubre de 1888.
[24] Sobre
este asunto vide: Fernández Duro, C.: “Almadrabas... (1866).
[25] Santos García, A.: “Las almadrabas
gaditanas…” (2006), pp. 47-55.
[26] Eco del Comercio (Madrid), 15 de abril de 1842.
[27] A.G.M.A.B. Comisión Central de Pesca. Libro 3. Leg. 2192.
[28] C.
Llorca Baus y N. Jorge: “Almadraba, salazón y cocina” (1988), p. 62 y ss.
[29] A.G.M.A.B. Leg. 2164, año
1894.
[30] Para todos estos datos estoy siguiendo a J. Bogarín Díaz: “180 Linajes isleños” (2012).
[31] A.G.M.A.B. Libro de Actas de la Comisión Central de Pesca. Leg. 2192.
[32] D.
Bohórquez Jiménez: “Sancti Petri. De ayer a hoy” (2000), pp. 75 y 175.
[33] D. Bohórquez Jiménez:
“Sancti Petri. De ayer a hoy” (2000), pp.75 y 175.
[34] La Correspondencia de España, 29 diciembre1895.
[35] Aunque se halla entre los varios interesados, junto a Arturo Rahola. El Imparcial, 2 agosto 1895.
[36] El Día. Madrid, 28 marzo1908.
[37] Registro
de la Propiedad de Barbate. Finca nº 6.278. Agradezco a Manuel Malia y Joaquín Gómez que nos dejasen consultar una copia de este documento.
[38] Se
pueden consultar algunos datos sobre el mismo en: F.G. Conde Malia: “Patrimonio Cultural...(2007), p. 78.
[39] Esto es un signo
distintivo que diferencia la nueva burguesía de la vieja aristocracia: antiguamente, las casas y palacios señoriales se comunicaban con las iglesias de su patronazgo, en pleno siglo XX, el burgués prefería comunicar su vivienda
con los despachos de su empresa.
[40] Florido del Corral, D.: La pesca en Andalucía. Ed. Fundación José Manuel Lara.
Sevilla, 2004. 174
[41] Para un análisis del trabajo femenino en las empresas del sector, puede consultarse: Pascual, J.
(Ed.) Actas del Simposio Aktea. La Mujer en la Pesca, la Acuicultura y el Marisqueo en el Contexto Comunitario. Santiago de Compostela, España. Asociación Canaria de Antropología. 2005).
[42] La
Independecia de Barbate, nº 5.
[43] Es bastante probable que el mismo término “Zapal” sea importado por las gentes
de Portugal o de Huelva que allí llegaban. Surgida del ceceo característico de buena parte de la Andalucía oceánica, la palabra original es “sapal”, término de origen portugués trasladado por vecindad hasta
Ayamonte, y que significa “marisma”. (Sino prueba concluyente, no deja de ser un indicio nada desdeñable que el padre Miravent utilice el término hacia 1850 en su historia de La Higuerita, indicando que el pueblo iba creciendo a costa
de ciertos terrenos, pues “…se van terraplenando sapales, y formando sitios de nuevo” (Mirabent y Soler, J.: Memoria sobre la fundación y progresos de la Real Isla de la Higuerita. Ed.: José Rodríguez López. Isla
Cristina, 1995. Pág. 168). También es muy probable que sean los propios portugueses allí instalados –La Independencia de Barbate, nº 20- los que den nombre al lugar).
[44] F.
Malia Sánchez y A. Aragón Fernández y: “José Miranda de Sardi…” (1988), p. 128.
[45] La
vida marítima, 30 mayo 1902. Para un análisis más detallado vide: “Origen y desarrollo de la industria de conservas de pescado en Andalucía (1879-1936)” Revista de Historia Industrial. Economía y
empresa., nº 29. Universidad de Barcelona, 2005)
[46] La voz 14 julio 1925. Aunque más parece publicidad encubierta que otra
cosa.
[47] La vida marítima, 30 mayo 1902)
[48] El
Heraldo de Madrid, 29 junio 1909.
[49] Revista de Geografía Comercial, 31 octubre 1888.
[50] Revista
de Geografía Comercial, 31 octubre 1888.
[51] Ana Mª Mojarro Bayo: “La Historia del Puerto de Huelva…(
(2007), p. 595.
[52] La vida marítima, 30 mayo 1902.
[53] Vide S.
Ríos Jiménez: “Origen y desarrollo…(2005).
[54] El Día. Madrid, 28 marzo 1908.
[55] Nuevo Mundo 10 julio 1913.
[56] Vide S.
Ríos Jiménez: “Origen y desarrollo…(2005)
[57] El Sol 25 diciembre 1934.
[58] J. Bogarín Díaz: “180 Linajes isleños” (2012), p. 820.
[59] www.aaaajesuitasvalencia.es
[60] J. Tussel: “Oligarquía y caciquismo…(1976), p. 276.
[61] Nuevo
Mundo 10 julio 1913.
[62] Revista Panorama, 18 enero 1924.
[63] Nuevo
Mundo, 10 de julio de1913.
[64] F. Malia Sánchez y A. Aragón Fdez…(1988), pp. 134 y 135.
[65] ABC, 18 de abril de1917.
[66] S.
Ríos Jiménez: “Serafín…” (2011), p 498.
[67] S. Ríos Jiménez: “Serafín…”
(2011), p 499.
[68] ABC, 29 de marzo de1924.
[69] S.
Ríos Jiménez: “Evolución de la gran empresa…(2006), pp. 57-82.
[70] S. Ríos Jiménez:
“Serafín…” (2011), pp. 499 y 500.
[71] S. Ríos Jiménez: “Serafín…”
(2011), pp. 499.
[72] bancaandalucia.blogspot.com.es [en línea].
[73] J.
Millán Chivite Historia de Cádiz: “Cádiz siglo XX…” (1993), p.75.
[74] J.A. Sánchez Asiaín:
“El sistema financiero de la República…” (2004), p- 67.
[75] J. Bogarín Díaz: “180
Linajes isleños” (2012), p. 819.
[76] www.jagm.net. [consulta: febrero 1913]
[77] Agradezco esta información a Pura Delgado Ruiz.
[78] J.
Tussel: “Oligarquía y caciquismo…(1976), p. 310 y ss.
[79] J. Millán Chivite: “Historia de Cádiz…”
(1993), p. 79 y ss.
[80] J. Tussel: “Oligarquía y caciquismo…(1976), pp. 324-325.
[81] ABC, 28 febrero 1919
[82] J. Tussel: “Oligarquía
y caciquismo…(1976), p. Pág. 243.
[83] J. Tussel: “Oligarquía y caciquismo…(1976), p. 309.
[84] ABC 19 marzo 1918; J. Tussel: “Oligarquía y caciquismo…(1976), p. 355.
[85] J.
Tussel: “Oligarquía y caciquismo…(1976), pp. 276 y 277.
[86] J. Tussel: “Oligarquía y caciquismo…(1976),
p. 396.
[87] S. Ríos Jiménez: “Serafín…” (2011), p. 498.
[88] Varo Pareja, A.: “Incidencias para la independencia de un pueblo…” (1988), p.110.
[89] ABC,
28 febrero 1919.
[90] ABC, 28 agosto 1921.
[91] ABC,
30 agosto 1921.
[92] Vide: Urquízar Herrera, Antonio: "Coleccionismo y nobleza" (2007)
[93] es.wikipedia.org. [en línea].
[94] F.
Malia Sánchez y A. Aragón Fernández y: “José Miranda de Sardi…” (1988), p. 135)
[95] J.
Tussel: “Oligarquía y caciquismo…(1976), p. 326 y ss.
[96] Diario Liberal 14 febrero 1918.
[97] J. Tussel: “Oligarquía y caciquismo…(1976), pp. 315 y 316.
[98] ABC
15 noviembre 1920.
[99] ABC 15 noviembre 1920.
[100] Vide:
F. Conde Malia: El Colegio…(2008), p. 135 y ss.
[101] D. Florido del Corral: “La almadraba como sistema…(2003),
p. 69; J.A. Criado Atalaya, J.A. y J.M. Montero Barrado: “La educación en Barbate…(2005), p. 28 y ss.
[102] J.M.
Fornell Fernández: “Origen y evolución del puerto…” (1996), p. 48.
[102a] Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España. Cádiz. Pascual Madoz (1845-1850).
[103] Vide: J.M. Fornell Fernández: “Origen y evolución del puerto…” (1996), p. 55 y ss.
[104] El Sol, 4 enero 1923.
[105] ABC,
5 noviembre 1918.
[106] La Atarjea. Boletín informativo de la Asociación Cultural Facinense. Agosto 2010. Nº 6.
[107] Diario de Cádiz, 7 de diciembre de 1918.
[108] Los
datos sobre la pandemia en Vejer y Barbate pueden consultarse en: Gomar Tinoco, C.: “La gripe de 1918 en Vejer de la Frontera”. Ed.: Sociedad de Amigos del País. Vejer (1996), pp. 109-136.
[109] ABC,
18 febrero1917.
[110] T. De Miguel Sanz: De los inventarios…(1988), p. 156 y ss.
[111] ABC,
1 agosto 1929.
[112] ABC, 4 septiembre1921.
[113] ABC,
12-10-1921.
[114] ABC, 24 febrero1922.
[115] ABC,
8 diciembre 1933
[116] M.T. Fernández-Mota de Cifuentes: “Relación de títulos…(1984), p. 410.
[117] La Correspondencia de España, 27 agosto 1921.
[118] Noticias
sobre la inauguración del colegio en: F. Conde Malia: El Colegio…(2008), p. 135 y ss.
[119] ABC 20 diciembre 1922.
[120] ABC 21 febrero 1923.
[121] S.G.
Payne: “Los militares…” (1986), p. 200.
[122] S.G. Payne: “Los militares…” (1986), p. 201.
[123] S.G. Payne: “Los militares…” (1986), p. 242 y 243.
[124] historiacasasviejas.blogspot.com.es
[en línea].
[125] ABC 19 enero 1930.
[126] Para
consultar la normativa principal, ver D. Bohórquez Jiménez: “Sancti Petri…” (2000), pp. 86 y ss.
[127] S.
Ríos Jiménez: “Serafín…” (2011), p. 500.
[128] D. Florido del Corral (Dir.): “Las almadrabas…
(2009), p. 85 y ss.
[129] S. Ríos Jiménez: “Serafín…” (2011), p. 500.
[130] J. Millán Chivite: “Historia de Cádiz…” (1993), p. 75.
[131] La
Voz, 27 julio 1930.
[132] La Independencia de Barbate, nº 8.
[133] La
Independencia de Barbate, nº 16.
[134] La Independencia de Barbate, nº 20. (Para un análisis más
detallado de estas críticas vide D.Florido del Corral: “Un siglo de políticas…(2002), p.183 y ss.; y D. Florido del Corral (Dir.): “Las almadrabas…” (2009), p. 85 y ss.
[134a]
Malia Sánchez, F. y Aragón Fernández, A: José Miranda de Sardi, su papel en la independencia de Barbate. Cuaderno nº 1. Edit.: Círculo de Amigos de Barbate, 1988.
[135] Esto
hizo que Lerroux llamase por teléfono al Conde de Barbate para expresarle sus quejas y advertirle de que más pronto que tarde llegaría al gobierno. Para la trayectoria de El Sol, vide A.Checa Godoy.: “Prensa
y partidos políticos…(1989), p. 99 y ss.; M.C. Seoane y M.D. Saiz: “Historia del periodismo en España…(1996), p. 411 y ss.
[136] ABC,
17 de abril de1931)
[137] S. Ríos Jiménez: “Serafín…” (2011), p. 501.
[138] Tenía un arma: el Conde había otorgado un crédito a El Sol por importe, nada menos, de un millón de pesetas, y seguramente
contribuido a que el Banco de España concediese otro crédito de un millón y medio (supra n. 133).
[139] ABC,
20 de octubre de 1934.
[140] El Sol, 20 febrero 1934.
[141] El
Sol 25 diciembre1934.
[142] S. Ríos Jiménez: “Serafín…” (2011), p. 501.
[143] S. Ríos Jiménez: “Serafín…” (2011), p. 501.
[144] El
Heraldo de Madrid, 21 agosto 1935.
[145] España marítima y pesquera, junio de 1936.
[146] España marítima y pesquera, mayo de 1936.
[147] El
Sol, 11 junio y 19 junio 1936.
[148] El Sol, 21 octubre 1936.
[149] A.
Aragón Fernández: “El Tato, sobre su obra y muerte” (2000)
[150] S. Ríos Jiménez: “Serafín…”
(2011), p. 501.
[150 bis] W. Segura Fernández: El desembarco de Mora Figueroa.
[151] Vide: F. Rivera Román,
F.; Daza Bernal, J.M. y Malia Sánchez, F.: “El bombardeo del “Churruca” (2006). La posibilidad de que no acertasen es improbable. La orden era apuntar a la chimenea del Consorcio, y la cumplieron tan bien que acertaron de pleno.
[152] Gaceta de Madrid, 7 de noviembre de 1936.
[153] S.
Ríos Jiménez: “Serafín…” (2011), p. 502.
[154] R. Garriga: “Juan March… (1976),
p. 382.
[155] J.M. Campo Rizo, J.M.: “El Mediterráneo…” (1997), p. 62.
[156] Para una consulta pormenorizada de las negociaciones Franco-Mussolini a este respecto,vide J.M. Campo Rizo, J.M.: “El Mediterráneo…”
(1997). Puede consultarse también para ver las características de los barcos: www.kbismarck.com [en línea].
[157] Me
tomo la libertad de reservarme las fuentes de los datos más relevantes de los últimos momentos de la vida del conde de Barbate, queden los lectores, por supuesto, en la libertad de considerarlos verídicos.